Úvea

La úvea se divide en tres porciones, de adelante atrás: iris, cuerpo ciliar y coroides.
El iris tiene forma de diafragma, con la pupila al centro. Su inervación es simpática (músculo radial del iris) y parasimpática (esfínter pupilar). Normalmente predomina el tono parasimpático que produce la miosis o achicamiento de la pupila. En cambio el simpático produce midriasis o dilatación de la pupila. Hay una amplia gama de colores de iris, que van del azul claro al café, pasando por distintas tonalidades de verde. El color definitivo de los ojos de un recién nacido no se conoce hasta el año de vida, inicialmente puede ser más claro. El color del iris depende de la cantidad de pigmento melánico presente, mientras más pigmento tiene el iris, más oscuro el color. La pupila es de color negro, pero al iluminarla y observar en forma coaxial, el fondo de ojo genera un reflejo rojo, que se llama rojo pupilar, este reflejo es el responsable de que a veces los ojos aparezcan rojos en las fotografías tomadas con flash.

Figura 5. Iris café verdoso con pupila al centro.
Figura 6. Rojo pupilar.

El cuerpo ciliar es un engrosamiento de la úvea ubicado más atrás del iris. Sus principales funciones son producir el humor acuoso y proporcionar la musculatura que ejerce la acomodación. El músculo ciliar tiene inervación parasimpática.
La coroides se encuentra detrás del cuerpo ciliar y entre la esclera y la retina. Ricamente vascularizada, colabora en la irrigación de la esclera y parte de la retina. La irrigación de la coroides procede de las arterias ciliares posteriores, que son ramas de la arteria oftálmica. El drenaje venoso se efectúa por las venas vorticosas, que son habitualmente cuatro y salen del globo ocular a nivel del ecuador por otros tantos orificios ubicados en la esclera, drenando a los plexos pterigoideos y al seno cavernoso a través de las venas oftálmicas inferior y superior, respectivamente.